Un avaro, convirtiendo toda su fortuna,
fundió con el metal un lingote y lo enterró
en cierto lugar, enterrado allí a la vez,
su corazón y su espíritu.
Todos los días se dirigía a ver su tesoro.
En esto lo observó un hombre, adivino su suplicio y,
desenterrando el lingote, se lo llevó.
Cuando poco después volvió el avaro
y halló el escondijo vacio,
se puso a llorar y a arrancarse los cabellos.
Un quídam que lo vio lamentarse de tal manera,
después de informarle del motivo, le digo:
--No te desesperes así, hombre, porque, al fin y al cabo,
aunque tenías oro, no lo poseías verdaderamente.
Agarra una piedra, escóndela donde estaba el oro;
la piedra servirá para ti como si fuera el oro mismo,
pues, a lo que veo, cuando lo tenías enterrado,
no utilizabas para nada esta riqueza.
(Esopo)
Esta fabula, nos la siguiente reflexion:
si no das utilidad a lo poseído es como no tenerlo.
Actívate y saca el jugo a tu posesiones,
mas en momentos críticos y deja de lamentarte.
Energía Pura
Recibe mas Articulos: Suscribete G R A T I S por email