A favor de una crecida viña, como sólo se ven
en ciertos climas, un pobre ciervo perseguido,
pudo salvar oculto su preciosa vida.
Los cazadores quedan despistados y,
llamando a sus perros, se retiran.
El ciervo salvado por las hojas,
-- ¡oh negra ingratitud! –ya no se fija,
y muerde la planta bienhechora.
Los cazadores vuelven y allí lo sacrifican.
“Merecí tal castigo, dice.
Por ingrato, por olvidar el bien que recibía.”
JUAN DE LA FONTAINE
Freddy Gomez
Recibe mas Articulos: Suscribete G R A T I S por email